En 1978, el Cervecero se quedó con su primer campeonato profesional de Primera División. Más de 25.000 hinchas viajaron a verlo en Rosario.
Cuando Arturo Ithurralde marcó el final, a eso de las 18 de aquel 29 de octubre de 1978, el estallido de euforia corrió como reguero de pólvora de Rosario a Quilmes. En el Gigante de Arroyito, los privilegiados 25.000 hinchas del Cervecero que pudieron viajar se unieron en un solo grito: “¡Dale campeón!”. A 320 kilómetros de distancia, con epicentro en Yrigoyen y Rivadavia y ramificaciones por los barrios, toda una ciudad celebró hasta bien entrada la madrugada del lunes la obtención del Campeonato Metropolitano, el primer y único título de Quilmes en Primera. El histórico logro tuvo un plus: la pelea en el tramo final fue mano a mano con Boca, que estaba a un punto y ese día recibía a Newell’s.
“Salir campeón con Quilmes fue la mayor emoción de mi vida. Encima que la definición haya sido con Boca resultó algo imborrable”, recuerda hoy –37 años después– Jorge Gáspari, quien convirtió el gol de la victoria a los siete minutos del segundo tiempo en un partido para el infarto. Luis Andreuchi abrió el marcador, pero Trama y Orte lo dieron vuelta. Así, Boca era el campeón, Pero en una ráfaga de cinco minutos en el segundo tiempo, otra vez Andreuchi (goleador del torneo junto a Maradona) y el volante marplatense –con un espectacular zurdazo desde fuera del área que derrotó a Ferraro- pusieron el definitivo 3-2 que desató el delirio en dos ciudades.
“El orgullo de convertir el gol del campeonato no me lo quita nadie. Fue un partido bárbaro. Nos fortalecimos cuando perdíamos y rápido lo dimos vuelta”, relata Gáspari. Palacios, Zárate, Milozzi, Fanesi, Gaño, Bianchini, Gáspari, Salinas, Recavarren, Milano, Filardo, el Indio Gómez y Andreuchi fueron los 13 gladiadores de esa tarde, con la dirección técnica del “Piojo” José Yudica.
Ese domingo soleado quedará grabado en las retinas de todos los hinchas del Cervecero. Pero antes hubo una gran campaña de 41 partidos, con un planteo siempre ofensivo, sin importarle el rival. Yudica impuso las palabras trabajo y solidaridad como banderas. Y así, entró en la historia.
Fotografías: Diario Clarín